Cantando me eh de morir, cantando me han de enterrar, cantando me eh de ir al cielo o al infierno quizas

Seguidores

martes, 3 de abril de 2012

Me miró a los ojos, dudando. Hacía ya semana y media que la tenía en casa y no había hecho amago de enviarla de regreso a la suya. Supuse que se preguntaba cuándo iba a hacerlo o por qué no lo había hecho todavía. Yo también me lo preguntaba y no encontraba respuesta.
-Me gusta ser su ayudante, aunque usted sea de la manera que es- dijo finalmente.
La muchacha me miraba como si su vida dependiese de una palabra amable. Sucumbí a la tentación. Las buenas palabras son bondades vanas que no exigen sacrificio alguno y se agradecen más que las bondades de hecho.
-A mí también me gusta que seas mi ayudante, Isabella, aunque sea como soy. Y me gustará más cuando ya no haga falta que seas mi ayudante y no tengas nada que aprender de mí.
-¿Cree usted que tengo posibilidades?
-No tengo ninguna duda. En diez años tú serás la maestra y yo el aprendiz- dije, repitiendo aquellas palabras que aún me sonaban a traición.
-Mentiroso- dijo besándome dulcemente en la mejilla para, a continuación, salir corriendo escaleras abajo.







Fragmento de El juego del angel - Carlos Ruiz Zafón





No hay comentarios:

Publicar un comentario